Disfruten. Disfruten de este Boca. No se dejen llenar la cabeza. Este es un equipazo, pero tiene mala suerte. La mala suerte de que Juan Román Riquelme sea el presidente. No son tantos los problemas, es uno solo. El que manda, el que decide, el que contrató a estos jugadores, el que decidió no traer un técnico, el que nos hace pasar estas vergüenzas, el que llama a estar juntos pero divide.
Bah, en realidad, de tanto pregonar la unidad, hay que reconocer que la logró: no hay hincha que no lo putee, que no le pida que se vaya con la comisión. Juntos, también, como mandan los pasacalles alrededor de La Bombonera, están los hinchas de los otros clubes. Todos quieren que se quede, que no se vaya nunca, que nos hunda en la mierda de una vez y para siempre. Somos el hazmerreír del fútbol argentino, del fútbol sudamericano. Nos gasta Central Córdoba, que está jugando la Copa. Nos gasta un tal Angulo, que dice en la previa que se guardó los goles para hacérselo a Boca, viene y lo hace. Nos gastan los de River que nos ganan, los de Racing que nos ganan, los de Vélez y los de Independiente que nos eliminan, los de San Lorenzo que pasan a semifinales porque es mejor no tener presidente que tener un presidente como Riquelme, con este nivel de soberbia y de impunidad. Nos gastan los peruanos de Alianza Lima con Gorosito a la cabeza, los técnicos rivales que se sorprenden de lo fáciles que somos.
Claro que somos fáciles. Cómo no serlo si en los últimos minutos juegan juntos Alarcón, Cavani, Herrera, que juntos suman años de inactividad; si buscamos que Velasco sea el salvador. Cómo no ser fáciles si Rojo, el capitán, está de joda; si Battaglia es 5 y lo ponen de 2; si traemos a Belmonte y a Miramón pero el que mejor juega es el pibe Delgado (¡y lo sacamos!). Cómo no ser fáciles si nos vanagloriamos de la localía y nos terminan eliminando dos veces en un par de meses en la Bombonera; si nos venden como estrella a Palacios que se come un gol imposible y vive en slow y se caga en todo. Cómo no ser fáciles si Marchesín se hace el héroe y vuelve caminando y quedamos a centímetros de ser un meme eterno. Cómo no ser fáciles si ponemos al borde del campo a un títere que acepta armar los equipos que le mandan.
Por eso la gente pide que se vayan todos, que no quede nadie, y manda a la Comisión a la puta que la parió. No lo mandan a Riquelme porque les duele el alma, por respeto al ídolo que fue dentro de la cancha, pero todos sabemos que no hay Comisión ni Consejo de Fútbol. Es sólo Román, el presidente que se fumó en un año y medio el 65% de apoyo con el que ganó por paliza las elecciones. Hoy apenas si tiene apoyos pagos, los de la barra, los mercenarios que toda la vida se vendieron al mejor postor, que suele ser el oficialismo.
La palabra de Herrón después de la eliminación de Boca
Nadie puede decir que está sorprendido de lo que pasó. Contra ¡Lanús! pasamos por penales y la gente puteó largo, pero algunos imbéciles decían que era política. Esta vez, no hubo pañales que alcanzaran dentro de la cancha. La pelota pesaba mil kilos, y nadie, salvo el pibito que juega de 5, la quería. Nos ganaron apenas por un gol, pero mientras el 2 de Independiente iba al frente como un animal y se metía al área gambeteando, nuestros armadores (Zenón, Palacios) no se pasaban la pelota entre ellos o se la daban a los rivales. Y no volvían. Fue un escándalo la diferencia entre un equipo serio y este desastre que hoy lleva nuestra sagrada camiseta. No tienen perdón, muchachos. Lo que nos hicieron no tiene nombre.
A la deriva, esperaremos ahora qué dice el amo, qué resuelve para el futuro de sus súbditos -empleados, jugadores, dirigentes, hinchas. Si se convence de contratar un técnico, si va por más refuerzos falopa, si vuelve a traer rotos, jubilados, turistas. ¿Cómo sigue la vida de Boca de acá hasta el 16 del mes que viene? Ese día, un lunes de junio, Boca enfrentará a Benfica, el próximo rival. Muchos hinchas, fanáticos del vértigo y del peligro, ya tienen su entrada: nadie imaginó que este sería el último partido antes del debut en el Mundial de Clubes. Nadie imaginó que iríamos con esta realidad de terror. Los técnicos serios del mundo entero apagan sus teléfonos. Nadie quiere venir, solo los que están dispuestos a venderle el alma al diablo por centavos, los que no lo merecen. Esto es Boca hoy. Dios mío. Cuánta tristeza.
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