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"Yo me amo", la historia conocida de Cristiano Ronaldo

Sus recientes declaraciones autoproclamándose el mejor son más de lo mismo. Él solito se coloca en ese lugar, al que otros acceden en silencio.

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Por Alejandro Fabbri
cr
El saludo del Real Madrid en sus redes por los 40 años cumplidos.

Todos sabemos que el idioma castellano tiene una larguísima lista de palabras para identificar a aquellas personas que tienen una iración mayúscula por ellos mismos, por sus logros, por su belleza, por el dinero que han conseguido reunir o por alguna razón que los hace -según creen- mejores que la mayoría de las personas.

A veces, se han destacado por unir numerosas cualidades positivas, que los han subido a un lugar muy difícil de discutir o de alcanzar por otros que intentaron lo mismo. La realidad política de buena parte del mundo actual, lo que significa ser actor o actriz popular en las pantallas de todo tipo, los deportes de alto nivel competitivo y mucha adhesión de la gente, reúnen profesionales que tienen una alta opinión de su mismos, si bien la gran mayoría navega dentro de la corrección, la humildad y las ganas de evolucionar sin molestar a casi nadie.

Cristiano Ronaldo cultivó desde muy joven esa egolatría, ese amor gigantesco por él mismo, irado porque jugar al fútbol y hacer goles le costaba muy poco, que la carrera hacia la cúspide mundial se fue pavimentando con su talento, su trabajo físico y mental, su habilidad para superar rivales y vencer adversarios a puro gol, generándole una confianza absoluta en lo que podía hacer y creyendo que nadie lo podría anular.

Hoy, con cuarenta años cumplidos, sigue jugando y haciendo goles en una discreta liga del fútbol con el Al Nassr, el equipo de Arabia Saudita donde recaló hace un tiempo para jugar con menores exigencias y mayores ingresos económicos. Hace horas, nada más, el extraordinario portugués repitió algo que ya dijo muchas veces: “Soy el mejor de todos” y nos llevó a recordar varias frases parecidas en años anteriores.

Desde aquella “me silban porque soy rico, guapo y buen jugador, me tienen envidia” que desató críticas hasta de sus compañeros, pasando por “a mi equipo le doy un 9, a mí me pongo un 10…” cuando jugaba en el Real Madrid, hasta “soy el primero, el segundo y el tercer mejor jugador del mundo” que provocó risas y asombro.

"Soy el mejor de la historia": Cristiano Ronaldo redobló la apuesta

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No se escuchó, en otros tiempos, ni a Alfredo Di Stéfano, ni a Pelé, ni a Johann Cruyff, ni a Michel Platini, ni a Diego Maradona ni a Lio Messi decir ni la décima parte de las cosas que habitualmente repite el tremendo goleador portugués. Su impresionante cantidad de logros y su vigencia en la selección de Portugal -donde aprendió a moderar su egocentrismo un poco- lo siguen manteniendo allá arriba, donde acceden muy pocos.

Su discurso, su habitual desprecio por jugadores, jueces y periodistas, su decisión de ya no usar palabras correctas para mencionar a Pelé, a Maradona o a Messi, lo ubican en un limbo donde solamente existe él mismo. Sentado en un trono, mirando sus goles, sus formidables remates de media y larga distancia, sus festejos y las copas ganadas. Está solo, sin compañía, exclusivamente porque Cristiano Ronaldo lo quiere así.

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