Alguna vez, por una iniciativa de marketing, se le propuso a la Real Academia Española la creación de un adjetivo supremo, que estuviera por encima de grandioso, de excepcional, de impresionante. El término acuñado fue "inmessionante", poniendo a Messi en lo más alto de una calificación. Desde esta humilde columna, nos dirigimos a la RAE para sugerir un neologismo:"gagoneada". ¿Qué significa gagoneada? En una primera acepción, sería algo así como un sinónimo de "cagoneada". Buscando algo más de profundidad, podríamos decir que "gagoneada" es una cagoneada donde Fernando Gago tiene responsabilidad por meter la mano donde no debe. El resultado de la "gagoneada" siempre es una derrota.
Gago es, antes que nada, un tipo que pierde (suena más tranquilo que decirle perdedor). Ha sufrido innumerables derrotas en su vida, transmite derrota, inspira derrota y ni siquiera la suerte se pone de su lado. Esta es una más, en un partido -encima- que era más trascendente para él que para Boca. Al equipo no le cambia gran cosa el presente en el torneo: sigue puntero, sigue siendo el 1 de la clasificación general, sigue arriba en el historial aunque ahora con una distancia menor de cuatro partidos, la peor en 30 años (¿dónde habrá quedado el aura de Riquelme?). Por qué era tan importante el partido para Gago, tiene que ver con esta historia de que no gana un solo partido importante. Ni uno. Los que quieran defenderlo podrán decir que Boca tuvo dos chances claras de empatarlo en el segundo tiempo, una con Di Lollo y otra con Costa al final, y en las dos Armani salvó a River. Aquí tenemos, justamente, un antónimo de Gago: Armani, un tipo al que generalmente le ha ido bien contra Boca. Boca casi lo empata como el Racing de Gago casi le arrebata el campeonato al Boca de Ibarra. Pero la historia no pasa del casi. Increíblemente, las dos veces se interpuso Armani, con un agravante en el caso de aquel Racing: Armani no quería atajar el penal, ningún hincha de River quería que lo hiciera, y el arquero, un especialista en no atajar penales, lo atajó. O sea, Gago ha perdido con River hasta los partidos que River deseaba que le ganaran. Y si contamos su época de jugador, tenemos lesiones graves, penal y expulsión mal cobrados por Vigliano, un trompazo de atrás de Carlos Sánchez que Delfino no vio -era roja para el uruguayo- y hasta un gol a River en un 3-1... de River. No sé si les va quedando claro el concepto.
La "bronca" de Gago tras la derrota de Boca ante River

¿A qué viene todo esto? A que no hay futuro. No importa lo poco relevante que sea este partido, con este técnico no vamos a ningún lado. No me interesa ya, no me alcanza, que les ganemos a Defensa y Justicia, a Estudiantes, a Independiente Rivadavia, a Belgrano. No interesan los puntos que sumemos, que seamos primeros en la tabla anual si eso no se corona con un título o con una eliminación a River. Y eso no va a pasar. Simplemente porque Boca ni siquiera fue capaz de eliminar a Alianza Lima y se quedó, por lo tanto, sin Copa Libertadores. Ese es el pecado que nadie le perdona a Gago y que, evidentemente, no tiene fecha de vencimiento. Él mismo se encarga de correrla perdiendo esos partidos importantes que podrían resucitarlo. Nada. Sigue ahí, inerte. Y Boca, el club más ganador de la Argentina, no puede permitirse tener un DT perdedor. Gago es un insulto a nuestra rica historia. A Bianchi, a Lorenzo, a Basile. Un tipo llamado Jorge Habegger, denostado y echado del club por malo, le ganó una Copa de Oro al Atlético Mineiro. O sea: incluso el peor técnico de la historia -hasta la llegada de Gago- ganó algo con Boca. Cualquier boludo gana algo con Boca. Gago no.
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Antes del partido, nobleza obliga, pensaba que no estaba tan mal la línea de cinco: era preferible poner a alguien en buen nivel como Costa que a un Zeballos que no convence. Pero luego de lo visto en el primer tiempo, los cambios eran obligatorios. Estaba claro que los jugadores no entendieron a qué debían jugar, o Gago no lo explicó bien y los que debían hacer la diferencia fallaron: los centrales no podían con Mastantuono y Driussi y los amonestaron; los carrileros -Advíncula y Blanco- que debían ser las estrellas del sistema, no aparecían. Increíblemente, luego de un primer tiempo penoso que habíamos empatado insólitamente por Pezzella (por suerte jugó poco en el Mundial, si no, no habríamos salido campeones) y por la extraordinaria definición de Merentiel, Gago salió a jugar del mismo modo el segundo tiempo. Y recién desarmó la línea de cinco a los 90', cuando Aguirre entró por Delgado y entonces Battaglia dejó la zaga para ir al mediocampo. Los primeros cambios llegaron recién a los 67'. ¿No es grave? ¿Acaso veía bien al equipo y no cambiaba? Pero dejando de lado al entrenador, hay que decir que salvo Marchesín, Merentiel y Zenón, ningún jugador de Boca zafó del aplazo. Así como Mastantuono tuvo su consagración, el chileno Palacios dejó en claro que no tiene la jerarquía para jugar en el equipo. Y como una ironía, o una casualidad idiota, la diferencia entre los equipos quedó bien reflejada en los número 30 de cada uno. Mastantuono fue la figura, Belmonte fue Belmonte. Qué le vamos a hacer. Pusimos por este pibe lo que vale rescatar a Paredes de la Roma. Esto también es grave. Como es grave que no se hayan agotado los cambios. Y ojo, en esta vamos a darle a Gago la derecha por única vez: ¿quién podía cambiar el partido? ¿Martegani?
Armani, enorme en la última: River venció a Boca en el Monumental

Lo de Velasco también entra en la columna de los graves: pagar diez palos por este pibe y que no lo consideren ni para jugar cinco minutos -entró Aguirre en su lugar y hasta Saracchi tuvo su chance- habla de un mercado que muchos consideraron fabuloso y que terminó siendo flojo con ganas.
¿Cómo se sale de esto? Con autocrítica, la que no mostró Gago en la conferencia. Asumiendo las culpas y las responsabilidades -Riquelme a la cabeza- y echando al técnico. Por lo ya expuesto: no hay futuro. Lo mejor del equipo se vio cuando Gago no fue Gago y armó un equipo clásico. No bien volvió a ser él, gagoneó. Y perdimos. Ojalá las autoridades del club recapaciten. Todos podemos cometer errores, Román. Vos también. No jugás más, hermano. Ahora te toca elegir y decidir. Lo hiciste mal, muy mal, como el culo. Aceptá el error y avancemos o vamos a seguir inmersos en esta tibieza, en esta mediocridad donde ya no sólo no ganamos la Libertadores (difícil si no la jugamos), sino que tampoco triunfamos en estos torneos de cabotaje que vos despreciabas cuando los ganaban otros. Esto no es Deportivo Román. Esto es Boca. Y tengo los huevos llenos de que me gasten desde Gallardo hasta Gorosito. Basta. Pongamos los huevos y hagamos lo que corresponde. No podemos regalar nuestra grandeza.
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