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Se "cagaba de hambre" y trabajó de Uber: el argentino que jugó en Primera, emigró y hoy es goleador en Chile

Lionel Altamirano, delantero argentino de 32 años, es sobrino de Ricardo, campeón de América con River y la Selección Argentina. El punta surgió en Unión, pasó necesidades, laburó de Uber y se fue a Chile, donde brilló en el Ascenso y hoy vive un gran presente en Huachipato.

Altamirano

Hace exactamente diez años a Lionel Altamirano le alcanzaba con lo justo para comer. Tenía que repartir las raciones para él y su esposa porque en el fútbol no le estaba yendo bien y la plata no alcanzaba. Hoy, una década más tarde, ocho clubes en su trayectoria y un exilio en Chile, el delantero transita la materialización de los sueños que tenía cuando la panza no se llenaba: es figura en Huachipato y uno de los máximos anotadores de la Primera División de aquel país.

El futbolista de 32 años es oriundo de Laguna Paiva, una localidad situada 40 kilómetros al norte de la capital de San Fe, y sobrino de Ricardo, exlateral izquierdo que pasó por River e Independinete en los 90 y fue bicampeón América con la Selección Argentina. Sus inicios fueron en Unión, pero su carrera como profesional fue forjada en el ascenso. En el Tatengue jugó apenas 11 partidos, seis en la máxima categoría, y no hizo goles. Pero luego se marchó en busca de oportunidades. El primer destino, a mediados de 2012, fue Deportivo Merlo, en la B Nacional. Tres años más tarde, tras un retorno a Unión, llegó Altos Hornos Zapla, que le cambió la vida.

"No tenía nada y ahí apareció el club de Jujuy. Arreglé sueldo, casa y comida, pero para mí solo. Para mi señora no había. Entonces, con mi sueldo le comparaba comida a ella, pero después dejé de cobrar y no teníamos para comer, entonces comíamos los dos del mismo plato. Nos cagábamos de hambre, pero comíamos los dos del mismo. Y ahí me di cuenta de que la vida pasa por otro lado”, reconoció Altamirano, hoy autor de seis tantos en 14 partidos en lo que va de la temporada con el conjunto trasandino -cinco en el torneo local-, en una entrevista con TNT Sports Chile.

Pero las dificultades no lo frenaron. “Nunca pensé en abandonar, porque yo sabía que en algún momento la vida me iba a dar cosas buenas y por suerte hoy están llegando. Sé que hay que seguir trabajando, seguir mejorando, seguir preparándose para lo que viene. Pero nunca pensé en abandonar. El fútbol es mi vida”, confesó el fanático de River.

Esos tiempos duros en su vida personal y también en la que la economía del país no era la mejor obligaron a Altamirano a buscar una changa para subsistir. "En su momento no daba para llegar a fin de mes, así que trabajé de Uber en Buenos Aires. A veces me tocaba hacer viajes larguísimos y después me tenía que volver sin viajes, por lo tanto, lo que ganaba lo perdía en la nafta. Pero son cosas que uno va pasando en la vida y que te dejan enseñanzas para ver la vida de otra manera”, señaló.

Por esos tiempos, la rutina de Altamirano no era muy diferente a la de cualquier laburante que tiene que contar billete por billete a fin de mes. “Si entrenaba en las mañanas, salía a trabajar de Uber en las tardes. En la noche nunca. Cuando llegaba a la casa, con mi señora hacíamos las cuentas para ver si el día había dado o no, y tratar de sobrevivir así todos los días. Trabajé de Uber como un año, yo creo que todavía sigo teniendo la foto en la aplicación, contó.

Un año en Jujuy lo depositó nuevamente en Buenos Aires, para integrar el plantel de Colegiales en la B Metro, hasta que a mediados de 2017 pasó a Estudiantes de Buenos Aires, en la misma categoría. Sin embargo, cuando el Pincha ascendió a la B Nacional en 2019, Altamirano hizo las valijas y cruzó la cordillera de los Andes. En Chile fueron cinco las camisetas que se puso antes de Huachipato.

Cronológicamente, el orden fue así: Santiago Wanderers, Puerto Montt, Universidad Concepción, Rangers de Talca y La Serena. Siempre en la Segunda División chilena. Y siempre haciendo goles. Rangers y La Serena vieron su mejor versión: 24 goles con cada camiseta, en 55 y 30 partidos respectivamente. Ese nivel astronómico le permitió el salto a Primera en un club que el año pasado compitió a nivel internacional y que hoy disputa el torneo local, en el que está sexto, y la Copa Chile. Ahora, Altamirano sueña con ser el máximo anotador -tiene uno menos que los artilleros que lideran- y seguir escribiendo su historia. Como hace diez años, sigue teniendo hambre, solo que hoy es de gloria.

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